Fosas abiertas, los crematorios son un negocio en expansión, reciben cuerpos en cantidades industriales. La industria crece pese a todo. Los friolentos entran en las oficinas y los colegios puntualmente. Los liberan después de algunas horas y regresan a sus pequeños espacios en casas exactamente iguales en conjuntos habitacionales gigantescos.
Casas iguales con pantallas planas, iguales, de esas de sello de mover a México.
Los crematorios, las casas uniformadas, la ciudad uniformada.
Feminazi vigila la ciudad desde la azotea, desde un rincón donde se viste de manera diferente al uniforme de la ciudad, quizás usa unas mallas verde perico, unas botas que no son Ozono, que no son Panam, industriales? Quizás usa algo sin marca, sin marca? que estado ambiguo, al parecer nada en este mundo está exento de marca.
Marcas exclusivas de hoy.
Venta de camisas de artistas plásticos ---- vs o &---- Pasarela de Zara
Marca.
Feminazi, no está pensando en marcas, observa la ciudad uniformada con sus cruces azules que se ven para donde voltees, y las luces azulesrojasazulesrojasazules que transitan sin parar.
Piensa, dentro de su megalomanía, en los crematorios, piensa: después de todo no está tan lejos la era Nazi, tan solo sería cuestión de convertirla en era feminazi. ¿Robar y apropiarse de los crematorios? ¿Robar y apropiarse de las televisoras y los medios? ¿ Robar y apropiarse de los conjuntos habitacionales para que las multitudes le paguen en dónde vivir? ¿Robar y apropiarse de los templos y los colegios para decirles en que creer?
Feminazi profundiza en que la idea de que las multitudes le paguen es la que ahora le resulta más redituable, después de todo es Feminazi y devora como fiera, así que sale a buscar con que alimentarse.
Feminazi es de las que revuelve el placer con el trabajo. Feminazi sabe de lo placentero que puede llegar a ser el trabajo. Feminazi no tuvo que llegar friolenta a un trabajo hoy. Su trabajo es matar.
Así que se posa en la esquina que conoce, que las multitudes conocen, las multitudes pagarán. Se asoma a la ventanilla del coche, le dice: tres cincuenta con el cuarto, mi rey. Se sube al carro. Le acerca la mano lo empieza a acariciar, le dice que se aorille, no te arrepentiras ;) y sopales¡¡¡ lo deja abierto, coge el dinero, sale del carro, regresa a casa, toma una ducha para borrar la sangre, compra el desayuno y regresa a la esquina que conoce, que las multitudes conocen.
Casas iguales con pantallas planas, iguales, de esas de sello de mover a México.
Los crematorios, las casas uniformadas, la ciudad uniformada.
Feminazi vigila la ciudad desde la azotea, desde un rincón donde se viste de manera diferente al uniforme de la ciudad, quizás usa unas mallas verde perico, unas botas que no son Ozono, que no son Panam, industriales? Quizás usa algo sin marca, sin marca? que estado ambiguo, al parecer nada en este mundo está exento de marca.
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Feminazi, no está pensando en marcas, observa la ciudad uniformada con sus cruces azules que se ven para donde voltees, y las luces azulesrojasazulesrojasazules que transitan sin parar.
Piensa, dentro de su megalomanía, en los crematorios, piensa: después de todo no está tan lejos la era Nazi, tan solo sería cuestión de convertirla en era feminazi. ¿Robar y apropiarse de los crematorios? ¿Robar y apropiarse de las televisoras y los medios? ¿ Robar y apropiarse de los conjuntos habitacionales para que las multitudes le paguen en dónde vivir? ¿Robar y apropiarse de los templos y los colegios para decirles en que creer?
Feminazi profundiza en que la idea de que las multitudes le paguen es la que ahora le resulta más redituable, después de todo es Feminazi y devora como fiera, así que sale a buscar con que alimentarse.
Feminazi es de las que revuelve el placer con el trabajo. Feminazi sabe de lo placentero que puede llegar a ser el trabajo. Feminazi no tuvo que llegar friolenta a un trabajo hoy. Su trabajo es matar.
Así que se posa en la esquina que conoce, que las multitudes conocen, las multitudes pagarán. Se asoma a la ventanilla del coche, le dice: tres cincuenta con el cuarto, mi rey. Se sube al carro. Le acerca la mano lo empieza a acariciar, le dice que se aorille, no te arrepentiras ;) y sopales¡¡¡ lo deja abierto, coge el dinero, sale del carro, regresa a casa, toma una ducha para borrar la sangre, compra el desayuno y regresa a la esquina que conoce, que las multitudes conocen.